Deskalabra Teatro presentó su última función del año de la obra El Delantal Blanco que reflexiona sobre las desigualdades de clase, y la persistencia de prácticas culturales heredadas, en un montaje itinerante que la compañía ha mostrado en distintos espacios educativos y comunitarios.


La compañía Deskalabra Teatro presentó el pasado viernes su última función de  El Delantal Blanco, obra de Sergio Vodanovic, en el Colegio de Profesores de Temuco, coincidiendo con el Día de la Trabajadora del Hogar, fecha que reconoce los derechos laborales de quienes realizan trabajo doméstico en Chile. 

La obra aborda la relación entre una mujer de clase alta y la trabajadora del hogar que la acompaña, representando una realidad de clase en la que se percibe que las desigualdades históricas siguen presentes. La presentación invitó a reflexionar sobre las clases sociales, vínculos afectivos, aspiración social y memoria cultural.

La pieza, breve pero profundamente crítica, se desarrolla durante un paseo a la playa, donde el intercambio de roles entre la señora y la trabajadora del hogar expone las tensiones de clase, las dinámicas de poder y las desigualdades que siguen presentes en la percepción social contemporánea.

Aunque fue escrita en los años 50, mantiene su vigencia y sigue invitando a la reflexión, como señaló Estephanie González, quien asistió a la presentación: “Me encanta el teatro. Desde pequeñita no tuve acceso a esto. Entonces tener la posibilidad de hacerlo ahora es un privilegio. Me impacta mucho el mensaje. Siendo una obra publicada hace tanto tiempo hoy día estando en el 2025 sigue representando una realidad que está demasiado inserta en nuestra cultura. Y que espero que cambie. (…) Las chicas (las actrices) son unas sequísimas. Representaron muy bien los roles.”

El montaje también dialoga con procesos históricos que han marcado a la región, entre ellos la diáspora mapuche y los desplazamientos desde sectores rurales hacia las ciudades, dinámicas que empujaron a muchas mujeres a realizar trabajos domésticos y de cuidado. Su representación del campesinado y las jerarquías socioculturales permite leer la obra desde esa memoria colectiva, especialmente en territorios donde la migración forzada, la discriminación y la búsqueda de mejores condiciones laborales siguen siendo parte del paisaje social.  De esta manera, la función no solo presentó una historia escrita hace más de medio siglo, sino que retoma una narrativa que sigue presente en nuestra sociedad.

La función, parte de un circuito territorial que incluyó escuelas, liceos, educación de adultos y espacios comunitarios, abrió paso a un conversatorio donde la comunidad compartió experiencias sobre discriminación, clases sociales, aspiración y vínculos afectivos cruzados con las relaciones laborales. Silvia Espinoza, una asistente al conversatorio, destacó que “La obra la encontré muy bonita. Muy interesante. Además que había una diferenciación con referente a las clases sociales. Y una realidad que se vive mucho en esta región. Se separa mucho lo que es la empleada y el patrón, va demostrando nuestra cultura como es acá dentro de la región.”

Desde otra perspectiva, Daniel Rodríguez, parte del público, valoró la simpleza formal y la potencia conceptual del montaje: “Me pareció que desde su simpleza expone una idea súper potente. […] Si bien tiene una realidad que hoy día sigue siendo real y concreta, el lenguaje cambia. Pero está bien. Me pareció bonita la obra.”

Hilda Figueroa, actriz y miembro de Deskalabra Teatro, comentó las proyecciones de la compañía y el enfoque pedagógico del proyecto: “Ahora iniciaremos un nuevo ciclo con la obra de Gabriela Mistral, retomaremos esta nuevamente, pero ya en la época escolar. (…) Queremos aprovechar esa instancia porque coordinamos con otros docentes del área de lenguaje y con sus establecimientos para itinerarla. Pero por eso ya este 2025 ya le dimos hoy un cierre.”

La función también permitió poner en perspectiva avances legales como la Ley Nº 20.786, que desde 2012 regula contratos, jornadas y derechos laborales de las trabajadoras del hogar. Si bien la normativa ha significado un avance importante en términos formales, instancias como estas nos dan cuenta de que la percepción social y el sentimiento compartido es que las jerarquías históricas y las desigualdades continúan vigentes.

El teatro comunitario que impulsa Deskalabra Teatro funciona también como una forma de resistencia cultural, problematizando la conversación sobre clase, visibilizando lo simbólico y acercando el arte a comunidades que históricamente no habían tenido acceso a éste lenguaje artístico. El cierre de temporada en esta efeméride se convirtió en un recordatorio claro: las relaciones laborales del hogar siguen atravesadas por desigualdades, pero el arte puede abrir grietas, generar diálogo y sembrar memoria.