Por Jorge Peña Maturana

Presidente SITECO

El Siteco pudo desaparecer, como tantos otros sindicatos de trabajadores contratistas sin pena ni gloria, pudo transformarse en un sindicato amarillo, como también ha pasado con muchas organizaciones sindicales, pudo haber sucumbido ante la presión e influencia de algún partido político y dejarse dirigir y manosear por estos a su antojo, como también –y valga la redundancia- les pasa a muchos. Pero no. El Siteco, aunque sea solo contra el viento, solo contra la corriente y contra los ataques de muchos que dicen ser los verdaderos representantes de la clase obrera, sigue gozando de independencia política y no le pide ni consejos ni permiso a nadie para caminar hacia donde los trabajadores decidieron ir.

Muchos llegan hasta la irritación al ver que no pueden controlar al Siteco, al ver que no pueden hacer lo que quieran en nombre de los socios de esta organización, y todo lo que hagamos y no sea de su gusto lo critican y criticarán como divisionismo, paralelismo, sindicalismo ultra o sencillamente como sindicalismo que no sirve.

Pero lo concreto es que el Siteco es dirigido por sus propios integrantes y los directores, que tenemos la labor de representar el sentir de los socios, no hacemos más que llevar a cabo las decisiones y deseos de los viejos.

Es cierto que, como dirigentes sindicales, de izquierda, revolucionarios, insertos en una organización de masas, a través del voto popular y el respaldo de esta masa, tenemos nuestras propias ideas, y es normal y legitimo que intentemos incorporarlas en la organización. Toda persona tiene derecho a pensar, tener ideas y tiene derecho a expresarlas y que estas sean escuchadas y asumidas como propias por otros, pero eso no es un crimen si se hace, justamente, exponiéndoselas a los trabajadores en asamblea, discutiéndolas y resolviendo sobre ellas de manera conjunta con la base. Mejor todavía si los obreros las aceptan y asumen como suyas. Eso habla bien de la organización.

Pero resolver cuestiones entre dirigentes y encerrados entre cuatro paredes, como entre gallos y medianoche, sin el consentimiento de las bases, para luego decir que tal o cual organización ha decidido tal o cual cosa; sobre todo en temas que solo son de interés para uno o más partidos políticos sin que aquellas cosas beneficien la lucha de los trabajadores, no se puede hacer, y quien quiera hacerlo en esta organización tiene las puertas cerradas.

Por esta razón a muchos, como decíamos, les molestamos, por esta actitud de independencia y libertad. Y encontraremos oposición, ya no solo de los empresarios, sino también de otros dirigentes sindicales que se resisten a que en los sindicatos manden los trabajadores y quieren que todo sea resuelto por un grupo de dirigentes que pueden –creen ellos- llegar a controlar.

Les molesta que los trabajadores discutan sobre todo, porque así aprenden y no pueden engañarlos más.

Pero, a pesar que muchos no lo quieren, el Siteco sigue vivito y coleando, incluso creciendo, y es deber de cada uno de los socios conservar la libertad e independencia que hemos alcanzado, que se logra con mas participación y discusión de sus socios, con la vigilancia y crítica constante sobre sus dirigentes y colaborando con cada una de las tareas que nos trazamos, seguir avanzando en el fortalecimiento y grandeza de nuestra organización, para lo que  realizaremos un gran congreso de socios de Siteco en el que participarán todos y cada uno de sus integrantes, con el objeto de que nadie hable por los trabajadores. Un congreso en el que discutamos sobre nuevas medidas para lograr colocar al sindicato como la organización única de los trabajadores contratistas del El Teniente y con influencia en el resto del País.

Lo demás nos debe resbalar, pues nos distrae de nuestros objetivos esenciales. Pero si llegaran a insistir, la respuesta que debemos dar es: Vengan acá, a nuestra asamblea, todos esos líderes y/o combativos dirigentes de cartón que no se bajan de los aviones, pisen tierra y discutan con nosotros, para que se den cuenta que la fuerza del Siteco reside en la madurez de sus socios.

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