“Celebrando a los obreros, a los perseguidos, a los encarcelados. Llegando apenas a mañana a través de las jornadas tiradas como cuchillos. Celebrando nada, encerrados entre murallas. Celebrando la pasta de los aguerridos. Celebrando nada más que el beso de la rabia….Celebrando nada, nada, nada….” Chinoy/ Fiesta Bicentenario, Estadio Nacional. 18 de septiembre de 2010.

Por Mauricio Durán

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Ningunear los dos meses y fracción  de huelga de hambre con la frivolidad de resolver este asunto tras las festividades bicentenarias es casi tan violento como una bala, un garrote o un golpe de corriente. Igualar, matemáticamente, una huelga de hambre con un acto de violencia como lo hizo el presidente de la republica de este bicentenario imperial, oligárquico, chorreante de alienación es no reconocer la capacidad y fuerza generosas de los 34 presos políticos mapuches para resistir en el quizás  primer territorio a liberar: nuestro cuerpo.

Pues resistir no es ejercer violencia, es defender al colectivo, lo nuestro, lo poco que te dejaron, es a pesar de cualquier vendaval  mantenerse en pie, dando la cara y diciendo  aquí estoy íntegra e íntegro y orgulloso y orgullosa de lo que soy y de lo que sido. Eso es memoria hecha dignidad, dignidad hecha fuerza.

De ahí que las gárgaras rimbombantes de unidad nacional no resisten ni siquiera una mirada bajo el agua. ¿De que unidad nacional nos hablan? Acaso de aquella que violentamente ha tenido a los pueblos mapuche y chileno apretando los dientes en estos doscientos años, o la soberbia de izar una inmensa bandera que solo representa sus inequidades, sus asesinatos en masa, sus torturas diarias, su cultura de plástico, su egoísmo de clase en serie. Esa violencia de decirnos pobres o vulnerables, como si a caso eso fuera tan contagioso como una pandemia, esa violencia de unificarnos en una argamasa sin rostro ni forma, anulando nuestras fuerzas creativas como seres humanos, violentando nuestro sagrado derecho a vivir en paz.

La violencia está presente también en  los discursos oportunistas y los cantos de sirena de nuestra clase política de derechas e izquierdas social demócratas centristas y populistas, cuya soberbia es directamente proporcional a su pequeñez de amor, solidaridad y empatía por nosotros, los de abajo , seres de luz que hacemos la historia que ellos, sepulcros blanqueados,  niegan  a diario, ocultando bajo la alfombra nuestra dignidad y la grandeza de nuestras luchas cotidianas por vivir libremente sin ataduras de ningún tipo.

Porque a pesar de que la representante y vocera de la Concertación, Sra. Tohá, rasgue vestiduras y exprese que fue un error la aplicación de la ley antiterrorista, no olvidemos que quienes estaban en el gobierno y tenían el poder institucional de ejercer la coerción legal pero ilegítima, eran ellos y no unos extraterrestres. No olvidemos que desde el otro lado y en ese mismo tiempo, Espina y Piñera Echeñique candidato a la presidencia, ladraban por mano dura frente a las justas demandas del pueblo mapuche.

Y este dialéctico empate moral perverso entre derechas de izquierda e izquierdas de derecha, y este caradurismo oportunista dice relación con los más de 20 muertos en democracia, de ellos destacamos en este contexto a Lemún, Catrileo, Cariqueo y a Mendoza Collío para subrayar que la sangre mapuche sí ha corrido por las manos concertacionistas, como durante 17 años se escurrió con abundancia por las manos  de la Alianza hoy gobernante, la de aquellos compañeros que ya no estan con nosotros.

Y ya que tenemos el sagrado derecho humano a luchar por vivir en paz, a nosotros los oprimidos y oprimidas, los hambrientos y sedientas de justicia, nosotros y nosotras, los hijos e hijas  de esta tierra,  no nos vengan con juegos de artificio, los más humildes, hermosas y hermosos no tenemos nada que celebrar: acaso quieren que cantemos de felicidad y nos emborrachemos hasta caer rendidos por el peso de nuestras cadenas y yugos, o por el peso de la noche?

Hablar de violencia desde el poder, desde la comodidad del bandidaje de cuello y corbata, desde el cóctel con dedo parado y siútica nariz es francamente una desfachatez, una falta de tacto y una ramplonería vulgar que da náuseas. Solo hacen más evidente su desconocimiento e ignorancia de los sentidos profundos que tienen para nosotros las palabras libertad, rebeldía, independencia, autonomía, amor, dignidad y sobretodo: esperanza.

Hace un par de días, en la caja idiota, se nombraron a viva voz los nombres de los 33 mineros casi como catarsis, casi como héroes nacionales a 700 metros hundidos en tinieblas bajo tierra, escondidos de la luz por ese egoísmo en extremo llamado lucro. Cantaron la canción nacional con orgullo y un Estadio Nacional enchulado se llenó de miles de voces que los acompañaron.

Luego Don Panchito, el ecuménico animador,  dice que ellos representan el espíritu de este bicentenario. La transformación y el travestismo automático del sufrimiento humano en acto de propaganda; se hace  por arte de magia en una imagen para los medios, una  esperanza de plástico y cartón piedra, que no es igual a la esperanza profunda que anidamos en nuestros corazones; donde caben tantos mundos posibles, como mundos podamos crear. Una advertencia para que no nos malentiendan: nuestro corazón, ese que esta abajo y a la izquierda, esta con ellos que están abajo, y no con los que están arriba, en las sillas del poder.

Nosotros nos quedamos acá en el sur, ha llovido y lloverá, en los techos de las cárceles donde están los 34 presos políticos mapuche y en las casas nuestras de cada día. Ojala que su sonido y humedad lave de nuestros rostros las cachetadas diarias y violentas que recibimos del poder bicentenario. Para nosotros los de abajo no hay nada que celebrar, pero mucha felicidad y rebeldía por crear y compartir en cada rincón de Chile.  O como dijo Chinoy para la fiesta bicentenario: “Celebrando a los obreros, a los perseguidos, a los encarcelados. Llegando apenas a mañana a través de las jornadas tiradas como cuchillos. Celebrando nada, encerrados entre murallas. Celebrando la pasta de los aguerridos. Celebrando nada más que el beso de la rabia….Celebrando nada, nada, nada….”

Así que arriba los corazones de los y las que luchan. Arriba la esperanza, que la miseria de los de arriba se queda abajo, bien en lo profundo.

26 de septiembre de 2010.