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En la cuarta edición de esta conversación radial de una hora de duración compartimos con Gonzalo Silva de la Cooperativa de Trabajo FËN de Villarica.

Él está aportando al Programa Huerta Mapuche desde el área de identificación de los productos antiguos que se elaboran en el territorio de Panguipulli a partir de los frutos de la huerta. También ayuda a llevar adelante el proceso de construcción participativa de un protocolo para definir un modo de producción y de distribución característico. Recomponer los circuitos territoriales son otros de los temas que Gonzalo ha aportado dentro de esta iniciativa. En la conversación también se puede comprender mejor a qué se refieren cuando se habla de economía solidaria.

En el segundo segmento estuvimos dialogando con Juana Bravo Huenupan de la Comunidad de Chaura, quien es una de las 30 huerteras que participan de esta iniciativa. A ella lo que más le gusta de ser parte de este proceso es que ha sido una instancia educativa. Volvió desde Santiago desde hace 5 años y desde hace 3 empezó a hacer huerta, principalmente para el consumo de la familia. Está muy feliz de poder alimentar a su hija pequeña con comida sana y se da el tiempo de enseñarle sobre estos asuntos. Como la temperatura está baja porque estamos casi en invierno comenta que el trabajo en la huerta es mayoritariamente en el invernadero, mientras que afuera de él es tiempo de nutrir el suelo antes del nuevo ciclo. Por otra parte, Juana se muestra preocupada por cómo los fundos de pinos y eucaliptos afectan la disponibilidad de agua para un gran porcentaje de los integrantes de su comunidad.

Circuitos económicos para el buen vivir del territorio

Gonzalo Silva describe la participación de su cooperativa en el Programa Huerta Mapuche como “una alianza de trabajo entre la Cooperativa FËN y el Trafkintuwe para el programa de huerta mapuche. Estamos compartiendo y apoyando los procesos de recuperación de esta filosofía y esta forma de trabajo de la huerta mapuche desde el ámbito de la recuperación económica en la huerta, en la familia y en los territorios”. Para ello describe tres líneas de trabajo. El primero tiene que ver con “identificar las potencialidades económicas del trabajo en la huerta y los productos que hay, especialmente de productos antiguos, productos que están en recuperación. También la necesidad que hay hoy día de una alimentación más sana”.

Como segunda área está el desarrollo de un protocolo de trabajo que se estampe en un sello. Para eso se necesita identificar los elementos que caracterizan esta forma de trabajo de la huerta mapuche en este territorio. “Esas formas de trabajo se materializan en unas prácticas que se reflejan en la huerta, en el mercado y también en el consumo. Es un proceso participativo de garantía local para quienes quieran conocer y usar estos productos”.

“El trabajo no es traer un conocimiento de afuera para instarlo en el territorio, si no que es ir levantando ciertos saberes, ciertos criterios asociados a ciertos productos que se hacen en las huertas del territorio y eso poderlo estampar en una forma de trabajo y que la organización acuerde que va a cuidar esas formas de trabajo. Hasta ahora se ha estado identificando los elementos que son distintivos del trabajo en la huerta acá en Panguipulli. Y eso se hace desde el saber de la misma gente. Más adelante esto se va a plasmar en un sello distintivo de lo que se hace acá”.

Un tercer pilar del área en que desenvuelve Gonzalo tiene que ver con el trabajo que han venido haciendo con la Red de Ferias y Mercados con identidad del Wallmapu en la IX Región. Así, esta iniciativa en Panguipulli puede conectarse “con otros territorios que están en proceso de recuperación económica”.

Para este ingeniero comercial la iniciativa resulta un aporte porque además de generar un trabajo y fuente de ingresos para las familias participantes, aumenta las oportunidades de participar en la economía actual. Aunque esta participación no es de la manera regular de las miles de iniciativas de emprendimiento que copan la región y el país.

Para él es importante que el tema económico sea reapropiado por las comunidades y organizaciones, pues “hay una lógica centrada en el dinero, en la acumulación de capital, en el lucro privado. Eso ha monopolizado el mundo de lo económico y ha llenado de un significado materialista todas las dimensiones de lo que es la vida económica de las comunidades y las personas. Eso significa que cuando hablamos de los recursos de la naturaleza, se entiende como recursos a explotar, cuando hablamos de trabajo se entiende como costos que hay que reducir, cuando se habla de lugares de intercambio de productos, se ha construido esta idea del mercado para ganar, para aprovecharse de otro; cuando hablamos del consumo, se ha hablado de hacer negocio también con la salud de las personas. Entonces todos estos procesos de otra economía, trata de re significar la economía desde los saberes campesinos, indígenas y populares. Recuperar la economía para el buen vivir y para las personas. Volver a respetar la naturaleza, volver a valorar una economía que da trabajo y no que genere explotación y migración. Generar mercados de encuentro, de respeto, de reciprocidad. Volver a mecanismos de consumo que nos den salud y bienestar y no se que den negocio para unos y malestar para otros”.

Esta visión general se plasma en actividades a lo largo de todo el proceso de trabajo que se desarrollará hasta enero de 2017. Para el inicio del nuevo ciclo del trabajo en la huerta se apuesta porque “se haya generado conciencia de lo que se ha perdido y voluntad de recuperar una forma que era propia de este territorio, pero que hoy se actualiza y se incorporan elementos nuevos que la potencian”.

“La huerta para mí es una forma de vivir”

Juana Bravo Huenupan comenzó en esto de la huerta orgánica y mapuche cuando volvió a la tierra donde nació y se crió. Ahí le fue brotando la experiencia que compartió con su abuela y bisabuela que alcanzó a conocer. La huerta que tiene actualmente la tiene muy satisfecha “muchas personas la ven como una forma de trabajo, pero para mí es una forma de vivir, es mi lugar  de descanso porque al llegar y ver todo lo que he logrado te satisface tanto”. Al mismo tiempo, valora el poder trabajar su propio campo además de obtener algún grado de ingreso monetario.

Sin embargo lograr recuperar esto fue algo que ha debido ir cimentando poco a poco con el apoyo de su entorno. “Cuando me junté con mi pareja no teníamos los materiales necesarios para trabajarla” recuerda. Los primeros años tampoco tenía semillas naturales, así que mediante la participación en Trafkintu, ella y su abuela fueron consiguiendo semillas antiguas.

“Hay semillas, plantas y flores que se han perdido a través del tiempo. Nosotros como personas jóvenes no teníamos conocimiento de ellas. Nuestros abuelos no nos enseñaron hasta ahora que estamos grandes y nos llamó la atención el tema” enfatiza Juana.

Al principio comenzó con las hortalizas para el consumo de la casa, pero con el paso del tiempo y al participar del Programa Huerta Mapuche ha logrado insertar el tema medicinal y también flores. “Cerca de la huerta tenemos abejas que es algo muy principal”

También para nutrir el suelo ha ido sumando elementos “antes trabajaba sólo el guano de oveja y la tierra de hoja, pero acá nos han enseñado otra forma de la que se nutre mejor la tierra y lo he experimentado y me ha resultado tan bien. Cambia el sabor, el color de nuestras verduras, de nuestros frutos y lo más importante es lo saludable que es para nosotros y nuestros hijos”.

En esta temporada de otoño/ invierno el trabajo de fortalecimiento de la tierra es parte de las tareas que se efectúan fuera del invernadero “se está preparando la tierra, el compost. Además se ordena la huerta de distinta forma que el año anterior” explica Juana sobre en lo que se encuentra actualmente haciendo en su espacio en Chaura.

El gran tema para todos quienes tienen una huerta orgánica es cómo prevenir las plagas. Los pilmes son un peligro constante para las papas, habas o acelgas. Si bien años atrás probó remedios naturales como la ceniza, no le resultaron tan bien porque los hizo muy tarde. “Espero este año prepararme mejor porque en realidad es una pérdida tremenda”.

Le está enseñando a su hija lo de la huerta y de lo que significa recolectar las cáscaras y restos de verdura para echarlo al compost. “Ella tiene 3 años, pero ya sabe sembrar” A pesar de su entusiasmo y alegría, es consciente de las limitaciones y contradicciones que tiene la agricultura hoy en día y la realidad del pueblo mapuche “en mi huerta en el campo no existe problema de agua para lo que yo necesito, pero si en la comunidad más del 90% sufre problemas de agua. (…) estamos siendo invadidos por muchos fundos en nuestros territorios y hanplantado pinos y eucaliptos y no han respetado al pueblo mapuche.

Toda esta información surgió de la conversación ocurrida en el programa radial “Huerta Mapuche: Recuperando lo antiguo para sembrar lo nuevo” escucha completo estas interesantes visiones pinchando aquí.

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