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POR RAFAEL CHEUQUELAF, PERIODISTA Y MUSICO

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¿Cómo llamarán nuestros descendientes a esta época actual en la que estamos viviendo? ¿La llamarán “La Era del Calentamiento Global”? ¿O utilizarán expresiones como “La Guerra contra el Terrorismo” o “El Fin de la Era del Petróleo”? Difícil es hacer predicciones sobre eso cuando nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes que circulan por este tiempo y espacio, apenas tenemos certeza de hacia dónde nos dirigimos como sociedad y especie.

Gran parte de la información que absorbemos como individuos, muy superior en cantidad a la que manejaban nuestros abuelos, nos llega a través de Medios de Comunicación de alcance masivo, siendo las grandes cadenas de Televisión y los Diarios las principales fabricantes de contenido y titulares de ese nebuloso concepto que se ha dado a conocer durante décadas como “Opinión Pública”. Durante las últimas cinco décadas su alcance y poder se han multiplicado exponencialmente, llegando a influir directamente sobre el desarrollo de acontecimientos políticos y sociales de los que, supuestamente, solo informaban.

Vale la pena reflexionar como se ha desarrollado un lenguaje periodístico que, soterradamente, va consolidando verdaderos dogmas en el inconsciente colectivo. Uno de ellos es el concepto “Crecimiento Económico”, repetido constantemente en noticieros y artículos, asociado a otros como “Desigualdad” y “Competitividad”. Citados, pero nunca profundizados. En la actual coyuntura en materia social y medioambiental en Chile y en el mundo, es importante que reflexionemos acerca del lenguaje al que estamos siendo expuestos todos los días. No solo los adultos, también nuestros niños y jóvenes.

“…¿Por qué el énfasis siempre se pone en la “Demanda Energética” más que en “Ahorro Energético”? ¿Cuál es el real límite del “Crecimiento Económico”?”

¿Y si nos salimos un momento de ese marco discursivo? Caemos en un terreno nuevo, desconocido para las mayorías que reaccionan con sorpresa cuando se les menciona propuestas basadas en el “Decrecimiento Económico”. O al saber que Chile, un país de 17 millones de habitantes, gasta casi la misma cantidad de energía eléctrica que 50 millones de californianos. Ese solo dato ya gatilla las obvia preguntas: ¿Cuál es la razón para construir dos megacentrales eléctricas, inundar miles de hectáreas en la Patagonia y construir una línea de transmisión de 2.000 kms. de largo, para que una multinacional venda electricidad al país que recibirá tamaña cicatriz?

¿Quién se beneficia de esto, los chilenos o las grandes transnacionales mineras? Y podemos seguir formulando preguntas: ¿Porqué y quién nos está dando a elegir entre Energía Hidroeléctrica y la construcción de una Central Nuclear, dejando fuera de plano el desarrollo decidido de Energías Renovables?¿Porque el énfasis siempre se pone en la “Demanda Energética” más que en “Ahorro Energético”? ¿Cuál es el real límite del “Crecimiento Económico”?

Por supuesto, preguntas como estas y las discusiones en torno a estos temas está ausentes de los Medios Tradicionales, financiados o directamente gerenciados por los grandes grupos que explotan las riquezas de este país y de todo el llamado “Tercer Mundo”. Si se hace necesario, se sacan a relucir otros conceptos, como “Combate al Desempleo”, “Flexibilidad Laboral” e “Inversión Extranjera”, usados por Privados prácticamente como “Razones de Estado”. Las de un Estado en proceso de Privatización Permanente.

El último espacio para el debate que va quedando es que brinda la prensa independiente y las organizaciones ciudadanas, que en su gran mayoría usan Internet como vehículo transmisor. Más que manifiestos ambientalistas ajenos a la realidad del ciudadano común, hoy se manifiestan preocupaciones sobre situaciones específicas que afectan a directamente en la calidad de vida de las comunidades. Y estas solo son visibles a través de los Medios Tradicionales cuando efectúan protestas que alteran ese otro concepto llamado “Orden Público”, que involucra mucho más que la circulación expedita de autos y la prevención de daños a la propiedad.

Hoy en día existe una mayoría silenciosa, preocupada de su sobrevivencia y que no se pregunta acerca de los conceptos usados para justificar el tipo de vida que se le ha impuesto. Todas las capas sociales están cruzadas por el miedo a perder algo, ya sea el empleo, la posibilidad de educar a sus hijos o las más simples comodidades. Y si hay algo paralizante y que nos convierte a todos en presas de gente más inescrupulosa e informada que uno, es el miedo a preguntar. ¿Podremos superarlo? ¿O esperaremos a que nuestros hijos lo hagan? La Respuesta está allí, no esperando ser Hallada, sino más bien a ser Construida.

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