violbal

Por Mauricio Durán Espinoza.

 

“Este sistema es mucho mas violento que cualquier barricada”, decía un lienzo varias  marchas atrás. Lo recuerdo mientras en radio Bío Bío de Valdivia, alrededor de las 18:50  horas de este jueves, una señora indica que los verdaderos ladrones están en La Moneda y otra, seguidita de esta,  contra argumenta y habla de la diferencia entre los buenos y malos manifestantes, los buenos que se expresan en la calle y los malos con capucha.

Mientras hay gente en la calle que se queja  de las piedras, otras tocan la bocina a favor, que decir de los aplausos y vítores en esas peleas callejeras entre estudiantes movilizados y carabineros, cuando los pingüinos o los universitarios  expresan claramente sus demandas.

En otra marcha, se me viene la imagen de un grupo de estudiantes  que extienden un lienzo donde se alude al alcalde de Valdivia indicando  “BERGER deja de Reprimir a los estudiantes que luchan y se organizan”.

Están extendiendo este lienzo en la Isla Teja estos secundarios provenientes de sectores populares de la ciudad y sin duda de algún  Liceo Municipal, cuando una señora que maneja un automóvil marca SSYONG que pagaría la carrera universitaria de al menos dos de esos estudiantes, los increpa y le exige a carabineros que los retire, ya que entorpecen su viaje. Ante esto un carabinero toma de los hombros y empuja a uno de los estudiantes hacia la calle, hablándole entre dientes en dialecto policial. El estudiante secundario molesto por la reacción clasista en un dos por tres le asesta un contundente uppercup  al rostro del carabinero, dejando a los testigos sorprendidos por la reacción del estudiante. Fue un ohhh! generalizado que dejó un silencio bastante cómplice que duró al menos dos segundos entre los testigos.

Podemos decir que  este sistema es mucho mas violento en términos simbólicos y psicológicos sobre este joven que exige un derecho y que denuncia a un miembro de la clase política de usar la represión para mantener el statu quo, que el “coscacho” popular recibido por el carabinero.

De ahí que podamos denominar al acto del estudiante secundario, como una manifestación violenta de la soberanía, y  a la de los otros, los carabineros, una manifestación de la violencia y coerción legal mandatada por un gobierno que administra un Estado organizado en función del lucro.

Y es aquí donde existe un desbalance no solo legal, no solo histórico,  hay una negación de los derechos humanos y económicos, sociales y culturales, hay una falta de respeto a los derechos de la infancia, hay además una negación a la libertad de expresar como se le reprime por la fuerza: el cuadro citado explica en síntesis la total falta  de justicia social.

Según Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia 2006, de reciente visita en Valdivia “Agruparse, vivir juntos “en sociedad”, permite también decidir lo que juntos, se puede y no se puede hacer. Pues la comunidad de la vida es la condición originaria del Poder. “El único factor material indispensable para la generación de poder –escribió Hannah Arendt- es el vivir unido del pueblo. Sólo donde los hombres –y las mujeres- viven tan unidos que las potencialidades de la acción están siempre presentes, el poder puede permanecer con ellos”.

Como nos describe Salazar y Arendt, la soberanía reside en el pueblo, que no es una simple entelequia, es la reunión y acción de muchas voluntades, conocimientos y habilidades en búsqueda de la transformación de una realidad que les es adversa.

La violencia de la soberanía, que no debe entenderse solo como el “coscacho popular” del joven estudiante, sino del desate de la creatividad que cuestiona, acusa y expone a una clase política civil y militar incapaz de satisfacer las necesidades mínimas de los ciudadanos y que además propone. Esta violencia de la soberanía, es llamada cotidianamente violencia en el sentido negativo y peyorativo por esa clase política que ve cuestionada su existencia y su sentido, así como sus privilegios.

Esta violencia de la soberanía, que es el ejercicio desatado de la voluntad soberana; por lo tanto busca manifestar y expresarse contra la intrasingencia de un gobierno que, tras  cinco meses de movilización estudiantil, se niega a la gratuidad en la educación argumentando “que los pobres no pueden financiar la educación de los ricos”. Así de generosos pretenden ser  los pobres sabiendo que además ellos son los que financian buena parte del funcionamiento del Estado y de sus instituciones cuando pagan el pan de cada día o  el boleto de la micro para trabajar por un sueldo, que muchas veces no permite satisfacer  las necesidades básicas de millones de familias.

Debemos señalar que la intransigencia de un gobierno con un nivel de confianza de un 20 por ciento es también violenta, en un punto donde el dialogo es realizado por la negación y tergiversación de la palabra, manteniendo la imposición de un sistema ordenado en base a leyes en las cuales el fin último del proceso educativo es la utilidad del capital, el lucro y no el libre ejercicio de un derecho humano fundamental que garantice a los niños y jóvenes las posibilidades mínimas para acceder a una vida digna: ¿por que ese es el objetivo de  la educación pública o no?

La violencia y coerción legal (mas no legítima) de un Estado Organizado y sus representantes, Carabineros de Chile, entra en escena  como el ejercicio autonomizado de una clase política civil en el gobierno, como respuesta a la acción política mayoritaria de sujetos sociales organizados que exigen el tránsito y transformación  desde una educación de mercado hacia  una educación publica y gratuita.

Si este ejercicio no es tan solo de contención sino además de represión, identificando y criminalizando el movimiento social como un enemigo interno, traicionando de paso las garantías constitucionales. Si además este gobierno pretende crear leyes que impidan la expresión y manifestación de los ciudadanos, instituyendo mediante letra chica y entre gallos y medianoche una especie de dispositivo legal del tipo  Seguridad Interior del Estado llamado ley Contra los Saqueos: la intransigencia del gobierno pasa a ser obstinación y defensa acérrima de intereses corporativos y particulares, mas que el del bien común de toda la ciudadanía.

Y ante ese camino, la respuesta de la ciudadanía mayoritaria, la del 80% puede tomar tres caminos, uno es  el uso de la violencia ciudadana o desacato que significa exigir la renuncia del gobierno debido a su ineficiencia en gobernar en función de las demandas ciudadanas. Seguir el camino de la desobediencia civil en contra de normas que atentan contra las libertades individuales básicas y caminar hacia el tercero, que es la deslegitimación de un Estado, su clase política  y un modelo económico que tras más de treinta años  no han podido satisfacer la s necesidades y las aspiraciones básicas de millones de Chilenos, construyendo un proceso constituyente.

Esto es lo que está en la balanza cuando la violencia y coerción legal ejercida desde el gobierno trata de oponerse a la voluntad soberana, esa voluntad desatada que busca la transformación de la realidad, esa que esta cuestionando la propiedad privada y el ejercicio del lucro en base a la apropiación del mercado de un derecho humano fundamental como es el acceso a una educación pública gratuita.

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